Por Antonio Suárez
La fiesta de los toros, como ritual estético, está íntimamente ligada a la cultura. La tauromaquia, aunque pueda ser admirada o criticada, ha tenido una repercusión importante en la literatura, en la pintura, en la escultura, en la música, en el cine…, sobre todo en los siglos XIX y XX donde se configura esta fiesta tal como hoy en día la concebimos. No han sido ajenos a este fenómeno, por tanto, los poetas, si bien la producción lírica de los más afamados no ha sido extensa, salvo excepciones.
Los toros se convirtieron en una gran afición de los poetas de la Generación del 27, destacando sobre ellos Gerardo Diego que nos dejó bellos poemas taurinos. En Cabra, el poeta santanderino, dio una conferencia en el Patio de Cristales del Instituto Aguilar y Eslava el 13 de marzo de 1964, con el título de “Toros y Poesía”, sobre la que trabajé para una recreación de la misma hace algún tiempo, pero que no pudo llevarse a cabo por una serie de circunstancias. Incluso estudié el texto original de una fotocopia que me facilitó la hija mayor de Gerardo Diego, Elena Diego. El aquella ocasión decía el poeta en su disertación que “sólo los muy romos o los muy estropeados por prejuicios extranjeros de carácter más o menos moral y humanitario pueden negar sus altos valores plásticos de armonía, gallardía y gracia y la trabada y noble arquitectura de la lidia”. Además, añadía que “la fuerza poética y el simbolismo casi religioso del toreo impiden al profundo aficionado darse cuenta de su crueldad. Que no la sienta el diestro es normal, puesto que él opera con la insensibilidad técnica de un cirujano. Pero que tampoco la perciba el verdadero público, el coro conocedor y merecedor del nombre consagrado de “la afición”, esto ya es más notable y demostrativo de la belleza sustantiva y de la eficacia poemática del toreo en plaza”.
A nivel local es muy reducida la producción de poemas taurinos. Poetas nacidos a la poesía en Cabra como Pedro Garfias o José J. Delgado son los que han ... LEER MAS.
Los toros se convirtieron en una gran afición de los poetas de la Generación del 27, destacando sobre ellos Gerardo Diego que nos dejó bellos poemas taurinos. En Cabra, el poeta santanderino, dio una conferencia en el Patio de Cristales del Instituto Aguilar y Eslava el 13 de marzo de 1964, con el título de “Toros y Poesía”, sobre la que trabajé para una recreación de la misma hace algún tiempo, pero que no pudo llevarse a cabo por una serie de circunstancias. Incluso estudié el texto original de una fotocopia que me facilitó la hija mayor de Gerardo Diego, Elena Diego. El aquella ocasión decía el poeta en su disertación que “sólo los muy romos o los muy estropeados por prejuicios extranjeros de carácter más o menos moral y humanitario pueden negar sus altos valores plásticos de armonía, gallardía y gracia y la trabada y noble arquitectura de la lidia”. Además, añadía que “la fuerza poética y el simbolismo casi religioso del toreo impiden al profundo aficionado darse cuenta de su crueldad. Que no la sienta el diestro es normal, puesto que él opera con la insensibilidad técnica de un cirujano. Pero que tampoco la perciba el verdadero público, el coro conocedor y merecedor del nombre consagrado de “la afición”, esto ya es más notable y demostrativo de la belleza sustantiva y de la eficacia poemática del toreo en plaza”.
A nivel local es muy reducida la producción de poemas taurinos. Poetas nacidos a la poesía en Cabra como Pedro Garfias o José J. Delgado son los que han ... LEER MAS.